PENSAMIENTOS DE UN EX-CICLISTA QUE VUELVE A SERLO.

April 14th, 2014, 9pm

It was 20°C with clouds and visibility OK. There was moderate breeze.

Cuando llegué a casa, dejé todas las cosas que había adquirido para arreglar la bicicleta: La cadena, los enganches, las cámaras de las ruedas… Después de comer, sobre las 15:00 o un poco antes, me puse al tajo, tardé un buen rato, ya que es la primera vez que arreglo una bici (me ha gustado la experiencia), pero al fin terminé (Casi, sólo tengo que tensar un pelín el cable del cambio de platos, que roza con la cadena), así que me decidí a acercarme a la gasolinera para llenar las ruedas nuevas y echar un vistazo a las cámaras viejas, a ver qué tal estaban. Todo este tostón previo viene por lo que vengo a decir ahora. Mientras me acercaba a la gasolinera por el carril bici por el que otrora corría, pero ahora pedalearé, llevaba la bici a mi lado, con las ruedas vacías. Tras cruzarme con varios ciclistas, una pareja me preguntó bajándose de la bici “¿Todo bien?” Les expliqué por qué tenía las ruedas vacías y el chico me ofreció una bomba para llenarlas. Me da reparo que me ocurran esas cosas, porque es algo que de verdad agradezco, pero como soy tan puñeteramente poco comunicativo, siempre me da la impresión de que los demás no ven mi agradecimiento. Lo curioso, y he aquí a donde quería llegar, es que por el acento y las pintas no parecían ser aljaraqueños (Hay pocos que sean más atractivos que yo), más bien de Burgos p’arriba, si se me entiende. Todos los verbos en infinitivo y poco vocabulario aunque habladores. El chico, bien parecido, más alto que yo (casi todos son más altos que yo), rubio, ojos claros, barba, moreno de ciclista, con la bici muy cargada de cosas, la chica igual, tez norteña (es decir blanco nuclear nivel salmonete por el sol), ojos claros, rubia, muy atractiva, y con la bici igual de cargada. El caso es que hablando hablando, resulta que eran de ¡Australia! Llevaban cien días en España y venían de Madrid en bicicleta para luego marchar a Portugal. Tuve la tentación de hablar en inglés con ellos, podría haberlo hecho perfectamente y quizá habría hablado más tiempo con ellos, pero el acento australiano es, de verdad, ininteligible para quienes no están acostumbrados, ya me pasó cuando trabajaba de chófer y tuve que recoger a una portera recién fichada del Sporting que era Australiana y, para más inri, con orígenes griegos, con lo cual mezclaba acentos cosa mala. El chaval me infló ambas ruedas lo suficiente como para poder llegar a la gasolinera pedaleando, me preguntaron por el Mercadona, que era su siguiente etapa y, tras agradecerles de nuevo el gesto y desearles buen viaje, continuaron tranquilamente. Todo esta parrafada, viene para dos pequeñas reflexiones que hago: 1.- Los ciclistas son muy solidarios, prácticamente todos me saludaron al cruzarnos y yo les devolví el saludo educadamente. Es algo que ya me ocurrió en mis años mozos cuando iba en bici hasta al buzón, pero sienta bien recordarlo. 2.- No sé más al norte, pero en mi experiencia, por aquí no se hace tanto lo que ellos hacían, recorrer el mundo de esa manera. Bueno, puede que no en bicicleta, pero en otros medios. Aquí, cuando terminas de estudiar, te metes a trabajar (los que pueden) y punto. Antes más que ahora, pero sigue siendo raro ver gente que haya estado en más dos o tres países y más aún de fuera de Europa, y esos viajes han sido, pues los que hacemos todos. De turismo, de negocios… lo que sea. Esta gente, terminan sus estudios y, antes de comenzar a trabajar, se marcan una aventura de estas que alucinas. Se cogió la bicicleta con la novia, se marchó a las antípodas con casi lo puesto, porque no llevaban demasiadas cosas en las bicis, y listo, a recorrerse unos cuantos países. Me parece muy loable y de unas ganas tremendas de vivir y aprovechar la vida, qué pena que no todos podamos hacer lo mismo.

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Carlos Capella

Escritor desde el año 1994, 6 novelas terminadas, autor de la saga EL ENIGMA DEL DESIERTO. Writer since 1994, 6 completed novels, author of the saga THE ENIGMA OF THE DESERT.

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