Hola, me llamo Ramón Ramírez y soy uno de los que llegó a Hi.co atraído por la perspectiva de que los momentos que guarde en este humilde blogcito puedan perdurar más que las pirámides de Giza. Ya van dos o tres meses que tengo la cuenta pero como buen mexicano, empiezo a usarla quince días antes del Rapto. Y es que aparte de mi propia apatía, la propuesta de vida eterna para nuestros párrafos que hace tan atractiva esta última temporada de la plataforma también la vuelve bastante aterradora: ¿Qué tal que en 100 años el proceso para crear un disco de estas características sea tan barato que nos usen como Lorem Ipsum para probar las máquinas grabadoras? Imaginemos que en mil años un tocadiscos parlante lea nuestros posts a una familia de vacaciones en Nueva Nueva Nueva Escocia, o que un aficionado a las chácharas viejas (mientras exista una raza humana seguro existirán estos arqueólogos de la basura) dentro de 1500 años haya reparado uno de esos tocadiscos, una reliquia de la Edad de Oro de la colonización espacial y nos escuche a través de las eras al darle play. ¿Se imaginan que en 10000 años nuestros recuerdos sean un abalorio del ajuar del rey-sacerdote de los pantanos hoy conocida como Virginia? ¿Qué puedo decir que sea relevante en 10,000 años?
Y entonces, ayer me cayó el veinte: probablemente nada, pero qué importa. Esta plataforma se trata de capturar momentos, ¿no? ¿A quién le importa entonces un texto que rumie sobre el último taquillazo, chisme de Twitter o serie de estreno? Tengo quince días para escribir sobre cosas mucho más importantes. Es un ejercicio para salir de la conversación de gallinero y sentarse a pensar un ratito. O no: solo para dejar un recuerdo absurdo de mí en una gaveta olvidada. Y por eso tengo que estar en el disco eterno de níquel.
Además hay un severo déficit de contenido en español. Las lenguas romances también deben tener un rincón en la nave de 10,000 años., aunque sea arrumbadas en la bahía de carga.