Odio el aire acondicionado.
El atasco de comienzo de fin de semana, con el sol también de camino a casa.
El sol se pone en el desierto coloreando la carretera, larga y solitaria.
La gente compra y pasea y, mientras tanto, la música suena.
La noche acaba en la ciudad donde la luz nunca duerme.
La parte más divertida de llegar a una nueva casa: dominar el horno.
Al caer la noche la acción está en el desierto, sobre la gran roja.
Una palmera artificial de arena y rascacielos, otra cara de la ciudad extraña.
Amanece en la ciudad encantada, esa que vive por encima de las nubes.
Toda ciudad tiene varias caras, esta es la cara rosa de Dubai.
El gato frente a la ventana, detrás su también nueva ciudad.
Descubriendo la ciudad desde otra perspectiva, el mar es hoy el protagonista.
Y la niebla se comió la mitad de los edificios...
Barcos que vienen y van mientras se acaba la tarde y empieza el fin de semana.
En una calle cualquiera de un barrio cualquiera sin rascacielos de Dubai.
Tras la tormenta de arena, la ciudad tiene un halo aún más difuso.
Cada mañana la vista me deja sin palabras, ¿conseguiré acostumbrarme? Esta es ahora mi ciudad.
Delante del ordenador, las gatas me observan mientras yo hago como que trabajo.