– Jay me pidió que me casará con él. – ¿Aceptaste? Asentí. – Antes de otoño –volvió a ver el camino.

Tendré que seguir así, para no hacerle daño. Aunque fuera al contrario, le causaría más daño. Siendo ésta la única opción, pero poco a poco…me olvidaría. Es común en cualquier humano tener que olvidar a las personas. Llegamos a casa. Liana aún no había llegado. Estábamos justo enfrente de mi casa. – Gracias. Estás invitado a la boda –dije con voz seca. – En realidad piensas qué ¿Iré a ver cómo se casa la mujer que amo? Si piensas así, estás mal –no podía moverme, el cuerpo se me peso. Abrí la puerta y Jared con la misma la cerró. Volví a verlo, pero no me veía – ¿Puedo?–inquirí mientras cerró la puerta– Tengo que entrar. – ¿Empezará todo de nuevo mañana? No dije nada. –Entonces…–volteó mi rostro con su gélida mano. Pude ver mis ojos grises reflejarse en su pupila– Olvidaremos todo…a partir de mañana –no hablé. Jared se quito el cinturón de seguridad, también me veía. Se acercó más a mí, cerró sus ojos, mordió sus labios a causa de los nervios. Estábamos a un centímetro el uno del otro– Todo…–repitió de nuevo. Sentí de nuevo su respiración entrar directamente a mi nariz. Tenía una especie de similitud con la de Derek, pero la de Jared, era un más dulce. Como sándalo, sus fríos y opacos labios se humedecieron cuando toda su lengua los rozó. Posó sobre mis labios los suyos. Me besó demostrando su amor. Suave, delicada y apasionadamente. Cerré mis ojos para sentir lo maravilloso de tu primer beso. Nuestros labios sellaron la última vez que volveríamos a estar juntos.