Villanueva de perales — Sin embargo era una bruma necesaria. Limpia de hipocesías y falsas luces de neón. Su pegajosa humedad limpiaba los cuerpos de ideas absurdas sobre la libertad. Los corazones de los hombres son a veces...
La bruma no era bruma, era una niebla mentirosa que quiso disfrazarse de no pasa nada. Pero no era así. Caía directa sobre las almas mojadas de pesadumbre y rutinas.
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